¡Hola
a todos! Grüß Gott!
Tras
una ajetreada semana en la que he atravesado Austria de arriba abajo (así
escrito suena mucho, pero son apenas 300 kilómetros),
vuelvo a escribir para narrar, a grandes rasgos, cómo ha sido el inicio de mi
etapa como auxiliar de conversación.
Como
ya os conté en la anterior entrada, el pasado sábado, día 26, volé a Múnich y
de ahí cogí un bus (Meinfernbus) a Salzburgo. Durante el fin de semana me quedé
en la ciudad de Mozart haciendo un poco de turismo y dándome cuenta de que todo
lo que he aprendido sobre pronunciación alemana, en Austria vale de bien poco. Al menos de primeras.
Véase este señor siniestro. |
La
ciudad es muy bonita, aunque también pequeña, por lo menos el casco histórico
que es dónde se centra la actividad turística (AKA sacar beneficio a todo lo
que tenga la mínima relación con Mozart). Dejando a un lado esta
sobreexplotación del músico, el centro de Salzburgo es una maravilla y el hecho
de que esté situado entre dos montañas hace que haya unas vistas magníficas
desde arriba. Pero bueno, sobre Salzburgo tendré que hacer otra entrada cuando
vuelva a ir.
En
cuanto a la semanita de seminario en Altenmarkt...ha sido una pasada.
Básicamente nos juntaron a todos los auxiliares de España, Italia y Francia en
un hostal en un pueblo perdido en medio de las montañas para enseñarnos cómo
debíamos llevar a cabo nuestra tarea como auxiliares de conversación y, sobre
todo, para que nos conociéramos y nos hiciéramos amigos.
Han
sido 3 días de levantarse a las 06h30, comer a las 12h00 y cenar a las 18h00,
pero he merecido muchísimo la pena (menos la comida del hostal). Nos han
explicado todo el tema del papeleo, que no es poco, cómo llevar una clase de
español, qué actividades usar, cómo funciona la educación en Austria, etc. Además, hemos conocido un poco más la
cultura austríaca, ya sea viendo gente vestida de tirolés cortando troncos cantando canciones en dialecto ininteligible o subiendo a la montaña a ver las
vacas.
También fuimos al (parece que único) pub del pueblo donde nos miraban un
poco tal que así.
La mejor parte del seminario fue, sin duda, la visita a
un colegio para dar nuestra primera “clase”. Pero esto merece un párrafo aparte.
Nos
llevaron a un colegio de monjitas (dónde no había monjitas) para dar nuestra
primera clase de 20 minutos por parejas o tríos. Se trataba de elegir un tema y
exponerlo brevemente de manera que las chiquillas, de 15 años y con un A1 de
español, entendieran algo y, si acaso, aprendieran. Entre los 30 que éramos
elegimos dos temas generales:
1-
Familia, rutina y tiempo libre.
2-
España e Hispanoamérica.
A
mí me tocó presentar, junto con otro compañero, el segundo tema. En
concreto, nos
tocó hablar sobre España durante unos 15 minutos. Fácil, ¿no? Bueno,
tened en
cuenta que había que dar el máximo de información usando tiempos de
presente,
frases de sujeto + verbo + complemento y palabras que les pudieran sonar
del año anterio. Todo esto sin saber el nivel de las niñas de antemano.
Por ejemplo, no sabían decir "padre" ni "madre". Así
que...tiramos de fotillos, obviamente.
Las
chiquillas se enteraron de lo justo, pero bueno, por lo menos creo que
aprendieron dónde queda Mallorca y se lo pasaron más o menos bien. En general,
todos aprendimos, tanto por errores o aciertos propios como viendo a los demás
dando su clase. Porque, claro, la presión era doble: había 16 chicas y 15 auxiliares
mirándote fijamente. Dicho sea de paso, ambos grupos pusimos La Gozadera para
presentar los países hispanohablantes y el resultado fue 15 auxiliares cantando “Miami
me lo confirmó” y 16 niñas en silencio hablando de sus cosas.
Creo
que
fue una experiencia muy muy enriquecedora que nos ayudó a entender cuál
debe
ser nuestro papel como auxiliares de conversación. La creencia de que
dar clase
de español siendo nativos resulta muy sencillo está muy extendida, pero
lo
cierto es que enseñar tu propia lengua puede llegar a ser incluso más
complicado que enseñar una aprendida. Hay que tener en cuenta el nivel
de los
estudiantes y, por tanto, sus limitaciones, para poder adaptar nuestro
lenguaje
y que puedan seguirnos, pero que a la vez aprendan y mejoren su
capacidad
de comprensión oral en español. Hay que saber vocalizar y hablar a un
ritmo adecuado, pero sin descuidar el tono natural ni nuestro acento
nativo, que es lo
que se espera de un auxiliar. Que pa’ eso nos quieren, vaya.
Y
hasta aquí la entrada de hoy. Espero que os haya gustado. En la próxima hablaré sobre mis primeras clases
en los institutos; adelanto que no han sido un desastre.
¡Buenas
noches y Happy Klagenfurt!